Uno, con más de dos décadas en el periodismo, con muchísimos errores reconocidos, con alguna que otra carencia -más por deficiencias estructurales de los medios en los que estuvo que por voluntad propia-, con un arranque impetuoso, lleno de vehemencia oral e incontinencia a la hora de redactar con la mente “en llamas” y hasta con cierta pose de “Estrella” y hoy con un “andar” más reflexivo, no por ello menos punzante, se sorprende día a día con el observar y/o escuchar artículos informativos tardíos, o hasta con la indiferencia hacia determinadas informaciones y peor aún, queda estupefacto con los contenidos “naif” (ingenuos) de ciertas columnas o la liviandad en las preguntas de determinados coloquios. Está claramente evidenciado que en Paraná, opinar sobre Echagüe, y en sí de básquet, causa miedo, zozobra a algunos, o mejor dicho a varios…
Y la sorpresa es mayor cuando uno sabe que hay colegas con indudable capacidad para ejercer ese rol. Y calificamos de “indudable capacidad” pues han practicado este deporte que amamos, y en sí en sus primeros pasos de sus desempeños profesionales han evidenciado calidad humana y periodística, como intelecto, para no engañarse ni engañar al Soberano (léase lector/oyente/televidente).
Anoche lo hablaba con uno de los jóvenes relatores y conductores de programas deportivos de la ciudad, buen tipo él, y me lo reconocía…
Sin hacer alusión a anuncios o crónicas basquetbolísticas que ponen a la luz con extremada elocuencia que en Paraná, primero está Patronato, el balompié provincial, local y/o cuando el automovilismo se da cita el baloncesto queda relegado a escasísimos centímetros o segundos; la sensación que uno tiene cuando aprecia determinados comentarios es que:
- O hay un conformismo exacerbado
- O hay un “comodismo” que hace respetar a rajatablas (por conveniencia en cuanto a tiempos de tareas) los espacios tributados en cada medio
- O hay una utilización hasta risible de lo que denominan “francos”, cuando recuerdo que entre 1986 y 1995 yo hacía caso omiso a los mismos pues consideraba (y considero..) que un periodista no tiene “francos” (si vacaciones tras un largo trajinar anual)
- O no hay ganas de laburar e ir al trasfondo de ciertas cuestiones
- O se ocupan demasiados medios y “el que mucho abarca poco aprieta…”
- O yo estoy equivocado y no hay tanto talento para volcar en los medios de mayor repercusión
- O se da una auto-censura por amiguismo con determinados jugadores y cuerpo técnico
- O hay miedo hacia lo que puede decir la dirigencia
- O lo peor… Hay un solapado cercenamiento de la voluntad de expresar en los mismos medios.
Algo pasa… No hay ese “fuego sagrado” que hace escuchar las dos campanas y a las dos campanas hacerlas redoblar (léase hablar) para que la gente de última elija cual versión le gusta más.
Defiendo “a muerte” a aquel periodista que ejerce la tarea de “Area Prensa” de tal o cual entidad (no comparto que luego hable del básquet en general y/o subjetivice sobre otros clubes al menos en la misma especialidad, pero entiendo que si tiene que “jugarse por el mango” es entendible…). Y lo defiendo porque uno sabe que tiene tal o cual camiseta en el pecho, sea por convicción o por necesidad.
Comprendo, entiendo, que en algunas circunstancias muy complicadas que pesen las interrelaciones, las amistades, el haber compartido cancha o vestuarios, o simplemente la buena onda entre tal o cual jugador, técnico o dirigente y el “comunicador”.
Hasta entiendo aquel reportero que es socio de tal o cual institución y no quiere ser muy agudo o incisivo en sus columnas para luego poder disfrutar de sus instalaciones sin reproches, recriminaciones, etc, etc.
Pero, acá nos conocemos todos, y si bien sabemos que tal periodista “jugó para Echagüe”, “o tiene una amistad muy grande con tal o cual jugador”, o “tiene una onda excelente con el técnico” (sea del AEC, Sionista, Olimpia o cual fuere el club del que se tiene que hablar con algo más de “pimienta” por tal o cual vicisitud…), lo que no se puede ni siquiera respetar es el CONDICIONAMIENTO.
Es respetable, no por ello compartible, el punto de vista mientras tenga coherencia, mientras haya argumentos, que puedan ser discutibles, pero que otorguen algún elemento probatorio.
La subjetividad, precisamente habla de la individualidad, de la singularidad en la crítica, en la opinión.
Una vez me lo enseñó el Viejo Profesor Guillermo Alfieri, con quien discutí en más de una ocasión, pero así como confrontamos el que terminó aprendiendo fui yo y hasta concluí varios encuentros abrazándolo y diciéndole gracias por enseñarme (nunca le perdono el tener que soportarle sus cigarrilos negros que casi destruyen mis pulmones…).
El manual de estilo de la agencia francesa France Press (AFP) proclama “soyez vous Objectifs. Ne pensez pas. Ne jugez pas. Proportionnez une information” ("sea usted
Objetivo. No opine. No juzgue. Proporcione información”).
En los medios y las escuelas de periodismo estadounidenses y británicas se reclama
"just the facts" u "only facts" (solamente los hechos, o, solo hechos)
Sin embargo, vaya contradicción, en Europa o Estados Unidos, el/la columnista “vedette” es el mejor pago y el mas respetado por el mero hecho de tomar partido y formar opinión en la gente, al identificarse a pleno con una de los elementos de la ecuación, social, económica o política que caracterizan a determinado escenario informativo.
Es ostensiblemente visible que estamos viviendo en un mundo muy contradictorio, de muchas desigualdades e injusticias y por lo tanto no se puede ser una persona con objetividad.
Desde nuestro sitial, al menos es mi idea, estamos tratando de cambiar algo, de mejorar la situación, de estar donde tenemos que estar. Queremos tratar de mostrar el mundo y de escribir sobre el mundo para que nuestros lectores u oyentes despierten su conciencia y tengan una actitud de cambio.
Por eso, desde hace más de dos décadas, consideré que hay una falsa interpretación de la tradición anglosajona de la objetividad.
El “Periodista” es un ser humano que cuenta con una cultura, con una ideología, con una forma de pensar, a partir de ahí elabora sus ideas.
Sé perfectamente que estas estructuras conceptuales previas muchas veces se ven modificadas a partir de la línea editorial o ideología del medio de comunicación que presiona al periodista para que este trabaje de acuerdo a las pautas trazadas lo que condiciona muchas veces la verdadera noticia o, peor aún, la columna de opinión, ya que en este género, el periodista, además de la información que proporciona, ofrece explicaciones, interpretaciones y profundidad a sus escritos.
El periodismo interpretativo ha sido llamado la exégesis del periodismo, porque busca las respuestas, realiza las investigaciones, ofrece la explicación de los hechos y busca satisfacer al lector todas sus dudas. Es por excelencia el género que forma la opinión del lector/oyente/televidente.
Es el que le proporciona los elementos para juzgar y le fundamenta sus juicios de valor. Es el que le permite encontrar el valor relativo de la información y por comparación y por profundización consigue llegar, el mismo, a la real valoración de los hechos presentados.
El periodista opina frente a la alternativa que surge del hecho o de la información. Da su opinión sobre el o discute sus características. Considera el hecho como elemento de una situación global mas amplia. Plantea, polemiza, aprueba o disiente, en función de ideas generales, sociales, políticas y culturales.
El periodismo de opinión por la seriedad de los temas que trata tiene una profunda responsabilidad, ya que ejerce una importante presión ideológica en la sociedad.
Por la misma razón, el periodista que incursiona en esta género debe tener una profunda formación, una gran responsabilidad e imprimir a sus juicios sensatez, equilibrio y honestidad. En este caso la subjetividad es casi total ya que el periodista introduce opinión e ideas en las notas periodísticas.
Esto se lee, se estudia, se trata, se analiza en las Casas de Altos Estudios.
Varios de los periodistas jóvenes que hoy se desempeñan “profesionalmente” (o sea reciben emolumentos por sus gestiones) cursaron estudios Terciarios o Universitarios, por lo cual, sorprende cuánta liviandad hay en sus escritos o expresiones radiales y/o televisivas.
¡Cuánto talento desperdiciado…!... O estaré equivocado y de talento y de sesos no tienen nada.
Sin embargo, recuerdo allá por finales de la década del 80 y mediados de la del 90, era considerado por el Dr. Zahorí Etchevehere “… “Viejo, Ud. cree que es un periodista estrella”, y agregaba: “los periodistas multimedios abarcan mucho y aprietan poco… Yo en EL DIARIO quiero periodistas que se pongan la camiseta de EL DIARIO y nada más. Y si no… que se vayan… Afuera”.
Aun retumban en mis oídos esas expresiones de un tipo con el cual me hubiera gustado compartir de otra manera un café, o hasta un gin tonic y demostrarle pausada y concretamente que él tenía sus razones y yo las mías, pero que ambos teníamos -más allá de nuestras abismales diferencias- en nuestras venas la tinta del Sagrado Periodismo que hace muchos años se ha desprestigiado.
Hoy me pregunto que pensará el amigo Zahorí viendo como el común denominador del periodista del Siglo XXI trabaja en diario, radio, televisión, área prensa de tal o cual Organismo gubernamental o entidades privadas, al mismo tiempo, y hace todos sus trabajos “light” porque no le dan los tiempos entre audiciones, informativos, cobertura de acontecimientos políticos o culturales, etc, etc…
O porque… “tiene que tomarse su franco”.
Provoca estupor esta nueva conducta. Este nuevo estilo. Y así están las empresas del ramo, la mayoría con graves dificultades.
Disculpen si me extendí mucho, pero quería manifestar a quien lo desee discernir y con una profunda autocrítica evaluar, que en esta bella ciudad, y más en el ámbito basquetbolístico, a nadie han agredido desde hace muchos, pero muchos años, por expresarse sin condicionamientos. Por opinar y dar la visión por más “negativa” o “polémica” que sea.
Y mediante este Editorial invito a mis queridos colegas, esencialmente del básquet, a despojarse de miedos, vacilaciones, especulaciones, parcialidades remarcadas y en cierta forma absurdas, a trabajar más duro, a aprovechar los avances tecnológicos para no poner noticias “fiambres” y así ser lo más espontáneos posibles en el divulgar hechos.
Concretamente, los convoco a crecer “de golpe”, a animarse a ser respetados por jugarse, por defender sus convicciones, esto es deporte, esto es fundamentalmente básquet. Salvo una que otra discusión, reprobación airada, o hasta un “con vos no hablo…”, no hubo jamás en Paraná un periodista ultrajado, o violentado físicamente por plasmar sus manifiestos.
Sean respetuosos por la gente, substancialmente por aquella que ve los partidos y los está escuchando por tele o radio, o los lee pocas horas después en los sitios web o al día siguiente en las páginas de los diarios. Ese oyente, televidente o lector que sabe que le están mintiendo y/u ocultando algo.
Los estimulo, con el corazón en la mano, a dejar de ser dependientes de los colores de una camiseta, de sus pasados en tal o cual club, en desprenderse de sus viejas o actuales relaciones familiares con las Comisiones Directivas de tal o cual entidad, a despegarse de sus lazos íntimos con tal o cual jugador, técnico o dirigente sin necesidad de ofender, agraviar y mucho menos mentir.
Solo los invito profesionalmente, a aprender a volar.
Y la sorpresa es mayor cuando uno sabe que hay colegas con indudable capacidad para ejercer ese rol. Y calificamos de “indudable capacidad” pues han practicado este deporte que amamos, y en sí en sus primeros pasos de sus desempeños profesionales han evidenciado calidad humana y periodística, como intelecto, para no engañarse ni engañar al Soberano (léase lector/oyente/televidente).
Anoche lo hablaba con uno de los jóvenes relatores y conductores de programas deportivos de la ciudad, buen tipo él, y me lo reconocía…
Sin hacer alusión a anuncios o crónicas basquetbolísticas que ponen a la luz con extremada elocuencia que en Paraná, primero está Patronato, el balompié provincial, local y/o cuando el automovilismo se da cita el baloncesto queda relegado a escasísimos centímetros o segundos; la sensación que uno tiene cuando aprecia determinados comentarios es que:
- O hay un conformismo exacerbado
- O hay un “comodismo” que hace respetar a rajatablas (por conveniencia en cuanto a tiempos de tareas) los espacios tributados en cada medio
- O hay una utilización hasta risible de lo que denominan “francos”, cuando recuerdo que entre 1986 y 1995 yo hacía caso omiso a los mismos pues consideraba (y considero..) que un periodista no tiene “francos” (si vacaciones tras un largo trajinar anual)
- O no hay ganas de laburar e ir al trasfondo de ciertas cuestiones
- O se ocupan demasiados medios y “el que mucho abarca poco aprieta…”
- O yo estoy equivocado y no hay tanto talento para volcar en los medios de mayor repercusión
- O se da una auto-censura por amiguismo con determinados jugadores y cuerpo técnico
- O hay miedo hacia lo que puede decir la dirigencia
- O lo peor… Hay un solapado cercenamiento de la voluntad de expresar en los mismos medios.
Algo pasa… No hay ese “fuego sagrado” que hace escuchar las dos campanas y a las dos campanas hacerlas redoblar (léase hablar) para que la gente de última elija cual versión le gusta más.
Defiendo “a muerte” a aquel periodista que ejerce la tarea de “Area Prensa” de tal o cual entidad (no comparto que luego hable del básquet en general y/o subjetivice sobre otros clubes al menos en la misma especialidad, pero entiendo que si tiene que “jugarse por el mango” es entendible…). Y lo defiendo porque uno sabe que tiene tal o cual camiseta en el pecho, sea por convicción o por necesidad.
Comprendo, entiendo, que en algunas circunstancias muy complicadas que pesen las interrelaciones, las amistades, el haber compartido cancha o vestuarios, o simplemente la buena onda entre tal o cual jugador, técnico o dirigente y el “comunicador”.
Hasta entiendo aquel reportero que es socio de tal o cual institución y no quiere ser muy agudo o incisivo en sus columnas para luego poder disfrutar de sus instalaciones sin reproches, recriminaciones, etc, etc.
Pero, acá nos conocemos todos, y si bien sabemos que tal periodista “jugó para Echagüe”, “o tiene una amistad muy grande con tal o cual jugador”, o “tiene una onda excelente con el técnico” (sea del AEC, Sionista, Olimpia o cual fuere el club del que se tiene que hablar con algo más de “pimienta” por tal o cual vicisitud…), lo que no se puede ni siquiera respetar es el CONDICIONAMIENTO.
Es respetable, no por ello compartible, el punto de vista mientras tenga coherencia, mientras haya argumentos, que puedan ser discutibles, pero que otorguen algún elemento probatorio.
La subjetividad, precisamente habla de la individualidad, de la singularidad en la crítica, en la opinión.
Una vez me lo enseñó el Viejo Profesor Guillermo Alfieri, con quien discutí en más de una ocasión, pero así como confrontamos el que terminó aprendiendo fui yo y hasta concluí varios encuentros abrazándolo y diciéndole gracias por enseñarme (nunca le perdono el tener que soportarle sus cigarrilos negros que casi destruyen mis pulmones…).
El manual de estilo de la agencia francesa France Press (AFP) proclama “soyez vous Objectifs. Ne pensez pas. Ne jugez pas. Proportionnez une information” ("sea usted
Objetivo. No opine. No juzgue. Proporcione información”).
En los medios y las escuelas de periodismo estadounidenses y británicas se reclama
"just the facts" u "only facts" (solamente los hechos, o, solo hechos)
Sin embargo, vaya contradicción, en Europa o Estados Unidos, el/la columnista “vedette” es el mejor pago y el mas respetado por el mero hecho de tomar partido y formar opinión en la gente, al identificarse a pleno con una de los elementos de la ecuación, social, económica o política que caracterizan a determinado escenario informativo.
Es ostensiblemente visible que estamos viviendo en un mundo muy contradictorio, de muchas desigualdades e injusticias y por lo tanto no se puede ser una persona con objetividad.
Desde nuestro sitial, al menos es mi idea, estamos tratando de cambiar algo, de mejorar la situación, de estar donde tenemos que estar. Queremos tratar de mostrar el mundo y de escribir sobre el mundo para que nuestros lectores u oyentes despierten su conciencia y tengan una actitud de cambio.
Por eso, desde hace más de dos décadas, consideré que hay una falsa interpretación de la tradición anglosajona de la objetividad.
El “Periodista” es un ser humano que cuenta con una cultura, con una ideología, con una forma de pensar, a partir de ahí elabora sus ideas.
Sé perfectamente que estas estructuras conceptuales previas muchas veces se ven modificadas a partir de la línea editorial o ideología del medio de comunicación que presiona al periodista para que este trabaje de acuerdo a las pautas trazadas lo que condiciona muchas veces la verdadera noticia o, peor aún, la columna de opinión, ya que en este género, el periodista, además de la información que proporciona, ofrece explicaciones, interpretaciones y profundidad a sus escritos.
El periodismo interpretativo ha sido llamado la exégesis del periodismo, porque busca las respuestas, realiza las investigaciones, ofrece la explicación de los hechos y busca satisfacer al lector todas sus dudas. Es por excelencia el género que forma la opinión del lector/oyente/televidente.
Es el que le proporciona los elementos para juzgar y le fundamenta sus juicios de valor. Es el que le permite encontrar el valor relativo de la información y por comparación y por profundización consigue llegar, el mismo, a la real valoración de los hechos presentados.
El periodista opina frente a la alternativa que surge del hecho o de la información. Da su opinión sobre el o discute sus características. Considera el hecho como elemento de una situación global mas amplia. Plantea, polemiza, aprueba o disiente, en función de ideas generales, sociales, políticas y culturales.
El periodismo de opinión por la seriedad de los temas que trata tiene una profunda responsabilidad, ya que ejerce una importante presión ideológica en la sociedad.
Por la misma razón, el periodista que incursiona en esta género debe tener una profunda formación, una gran responsabilidad e imprimir a sus juicios sensatez, equilibrio y honestidad. En este caso la subjetividad es casi total ya que el periodista introduce opinión e ideas en las notas periodísticas.
Esto se lee, se estudia, se trata, se analiza en las Casas de Altos Estudios.
Varios de los periodistas jóvenes que hoy se desempeñan “profesionalmente” (o sea reciben emolumentos por sus gestiones) cursaron estudios Terciarios o Universitarios, por lo cual, sorprende cuánta liviandad hay en sus escritos o expresiones radiales y/o televisivas.
¡Cuánto talento desperdiciado…!... O estaré equivocado y de talento y de sesos no tienen nada.
Sin embargo, recuerdo allá por finales de la década del 80 y mediados de la del 90, era considerado por el Dr. Zahorí Etchevehere “… “Viejo, Ud. cree que es un periodista estrella”, y agregaba: “los periodistas multimedios abarcan mucho y aprietan poco… Yo en EL DIARIO quiero periodistas que se pongan la camiseta de EL DIARIO y nada más. Y si no… que se vayan… Afuera”.
Aun retumban en mis oídos esas expresiones de un tipo con el cual me hubiera gustado compartir de otra manera un café, o hasta un gin tonic y demostrarle pausada y concretamente que él tenía sus razones y yo las mías, pero que ambos teníamos -más allá de nuestras abismales diferencias- en nuestras venas la tinta del Sagrado Periodismo que hace muchos años se ha desprestigiado.
Hoy me pregunto que pensará el amigo Zahorí viendo como el común denominador del periodista del Siglo XXI trabaja en diario, radio, televisión, área prensa de tal o cual Organismo gubernamental o entidades privadas, al mismo tiempo, y hace todos sus trabajos “light” porque no le dan los tiempos entre audiciones, informativos, cobertura de acontecimientos políticos o culturales, etc, etc…
O porque… “tiene que tomarse su franco”.
Provoca estupor esta nueva conducta. Este nuevo estilo. Y así están las empresas del ramo, la mayoría con graves dificultades.
Disculpen si me extendí mucho, pero quería manifestar a quien lo desee discernir y con una profunda autocrítica evaluar, que en esta bella ciudad, y más en el ámbito basquetbolístico, a nadie han agredido desde hace muchos, pero muchos años, por expresarse sin condicionamientos. Por opinar y dar la visión por más “negativa” o “polémica” que sea.
Y mediante este Editorial invito a mis queridos colegas, esencialmente del básquet, a despojarse de miedos, vacilaciones, especulaciones, parcialidades remarcadas y en cierta forma absurdas, a trabajar más duro, a aprovechar los avances tecnológicos para no poner noticias “fiambres” y así ser lo más espontáneos posibles en el divulgar hechos.
Concretamente, los convoco a crecer “de golpe”, a animarse a ser respetados por jugarse, por defender sus convicciones, esto es deporte, esto es fundamentalmente básquet. Salvo una que otra discusión, reprobación airada, o hasta un “con vos no hablo…”, no hubo jamás en Paraná un periodista ultrajado, o violentado físicamente por plasmar sus manifiestos.
Sean respetuosos por la gente, substancialmente por aquella que ve los partidos y los está escuchando por tele o radio, o los lee pocas horas después en los sitios web o al día siguiente en las páginas de los diarios. Ese oyente, televidente o lector que sabe que le están mintiendo y/u ocultando algo.
Los estimulo, con el corazón en la mano, a dejar de ser dependientes de los colores de una camiseta, de sus pasados en tal o cual club, en desprenderse de sus viejas o actuales relaciones familiares con las Comisiones Directivas de tal o cual entidad, a despegarse de sus lazos íntimos con tal o cual jugador, técnico o dirigente sin necesidad de ofender, agraviar y mucho menos mentir.
Solo los invito profesionalmente, a aprender a volar.
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