No es de esta temporada… No es novedad por lo tanto. Echagüe desde su ingreso al círculo privilegiado de la Liga inscribió tantas páginas tan emotivas como felices, y tan angustiosas como tristes. La zozobra, la tensión, los nervios, la agonía han sido en los últimos años moneda corriente. Pero Echagüe es pasión para muchos y la impotencia se disimula. Lo que es más, ya es un hábito agarrarse de lo que venga para solapar errores, defectos o carencias. Anoche se perdió un punto “de oro” y la manera en que se lo resignó fue inconcebible.
Y si bien el 86-87 a favor de Ciclista Juninense poco o nada varió el cuadro de clasificados, lo que trasciende es la unidad cedida, o en sí, el medio punto para la siguiente instancia, y el efecto que puede tener por la manera en cómo se perdió el partido.
El “Negro” cumplió una labor eficaz el primer cuarto. Inspirado Leopoldo Ruiz Moreno, inteligentísimo Santiago Vesco para leer adonde se lastimaba mejor con los pases, contundente Sebastián Pardal bajo la canasta, más una dosis de complicidad puesta de manifiesto por Rotschy, alcanzaron para someter a la visita a un castigo inapelable.
Una ideal selección de ritmos y de decisiones ofensivas, sumado a una férrea defensa que aisló a Diego Belvedere, resultaron esenciales en los primeros diez.
La zona 2-3 dispuesta por Cappelli y ejecutada casi a la perfección con enorme despliegue de brazos y piernas, le valió a Ciclista en el 2º cuarto para negarle al anfitrión penetraciones y descargas, como de modo fundamental quitó buenos espacios y ángulos forzando así a que el dueño de casa pruebe seguido y con bajísimos promedios de Tres, cargando el “Chuzito” González con una responsabilidad demasiado grande a la hora de gatillar seguido y sin suerte.
De 30 pts. anotados en el primer chico, se pasó a 17 en el 2º, lanzándose 12 tiros más fuera de los 6m25 y decayendo rotundamente en los porcentuales.
Peor aún… Se lo descuidó al “Tanque” Belvedere, quien halló como socios a Walter Cordero y Jerri Echenique, más un acertado aporte en asistencias de Fabricio Gauna.
Ciclista se adueñó del chico por 27 a 17 para concluir la primera mitad 47 iguales.
Herido, Echagüe salió de los vestuarios dispuesto a revertir la historia, pero Ciclista incrementó aún más su vigor defensivo ante un dueño de casa sin libreto, sin ideas, sin acciones para librarse de la atadura zonal propuesta por los visitantes, y que mantuvo la tendencia de no buscar brechas a través de su extranjero, o de depender exageradamente de las embestidas de Leopoldo Ruiz Moreno, siendo la tarea de Pardal lo más correcto de la media hora disputada.
Y en el aro propio, el conjunto entrerriano sufrió la infernal muñeca de un Belvedere al cual intentaron domar todos y nadie lo logró. La buena era el compromiso de faltas de Echenique, condicionando una ficha valiosa en el esquema de Cappelli.
Los 10 finales arrancaron con Ciclista arriba por 64 a 60. El coach local se jugó con una formación “baja” e inicialmente la determinación rindió sus frutos ya que Echagüe pudo defender más enérgicamente y atacar con mayor velocidad.
La sabiduría del “Pipi”, la creatividad y explosión de Lisandro, y la capacidad de Pardal para depositar en el aro toda bola que andaba por las alturas, permitieron que el AEC se acomode en el tanteador, empareje las acciones y pase al frente.
Solo faltaba controlar al indomable Belvedere y pareció en los 2 finales que eso se plasmaba.
Se entró al minuto final con un ida y vuelta electrizante. Restaban 40 segundos cuando Echagüe se puso 83-80.
Ya a 10 segundos del epílogo Vesco metió 2 libres para dejar el tablero 86-82. Luego, el caos.
Todos entendieron que la última bola era de Belvedere, y todos los brazos, todas las manos, todas las piernas lo buscaron para negarle esa última pelota y el dispositivo implementado dejó solo, inexplicablemente muy solo a Rodrigo Alvarez, quien si bien no venía habituado a lanzar de Tres en esta temporada, llegaba al juego con un 44 % para nada malo.
Y el alero no desperdició el regalito… Aunque lo peor, la debacle total, se dio consecutivamente con un error infantil a la salida quedándole la bola nada menos que a Belvedere para definir la última jugada como ya describimos en nuestro anticipo.
Finalmente la polémica con el reloj, el cabildeo de los árbitros, las protestas de Echagüe, la picardía de Cappelli y Belvedere para fustigar a los jueces, y una última chance utópica con saque de línea central y 7 décimas de segundos, sin consumarse la intención quimérica al estilo NBA.
Se podrá decir que Vesco no podía perder esa pelota, se podrá afirmar que los problemas con los encargados de mesa (o del reloj) no son novedad, pero el juego se pierde mucho antes.
No hay que resumir todo lo malo en lo que pasó en la última bola sino lo que pasó durante todo el juego. En líneas generales se equivocaron los caminos en todo sentido a partir del segundo cuarto.
Se defendió mal y se tomaron malas decisiones en ataque. Y para concluir… vale la pena acentuar algo un razonamiento/pregunta: ¿cómo se le puede endilgar algo al “Pipi” cuando fue el más claro a la hora de conducir y/o de repartir la “americana”?.
La culpa no fue de Vesco. Lo más evidente, insistimos, es que salvo la sapiencia de Santiago y la prolijidad de Pardal, Echagüe tiene un libreto demasiado flaco y depende de manera exagerada en la iluminación individual. Con esto no alcanza para pelear en el repechaje. Con esto se puede llegar al borde de debatir la Permanencia.
Y si bien el 86-87 a favor de Ciclista Juninense poco o nada varió el cuadro de clasificados, lo que trasciende es la unidad cedida, o en sí, el medio punto para la siguiente instancia, y el efecto que puede tener por la manera en cómo se perdió el partido.
El “Negro” cumplió una labor eficaz el primer cuarto. Inspirado Leopoldo Ruiz Moreno, inteligentísimo Santiago Vesco para leer adonde se lastimaba mejor con los pases, contundente Sebastián Pardal bajo la canasta, más una dosis de complicidad puesta de manifiesto por Rotschy, alcanzaron para someter a la visita a un castigo inapelable.
Una ideal selección de ritmos y de decisiones ofensivas, sumado a una férrea defensa que aisló a Diego Belvedere, resultaron esenciales en los primeros diez.
La zona 2-3 dispuesta por Cappelli y ejecutada casi a la perfección con enorme despliegue de brazos y piernas, le valió a Ciclista en el 2º cuarto para negarle al anfitrión penetraciones y descargas, como de modo fundamental quitó buenos espacios y ángulos forzando así a que el dueño de casa pruebe seguido y con bajísimos promedios de Tres, cargando el “Chuzito” González con una responsabilidad demasiado grande a la hora de gatillar seguido y sin suerte.
De 30 pts. anotados en el primer chico, se pasó a 17 en el 2º, lanzándose 12 tiros más fuera de los 6m25 y decayendo rotundamente en los porcentuales.
Peor aún… Se lo descuidó al “Tanque” Belvedere, quien halló como socios a Walter Cordero y Jerri Echenique, más un acertado aporte en asistencias de Fabricio Gauna.
Ciclista se adueñó del chico por 27 a 17 para concluir la primera mitad 47 iguales.
Herido, Echagüe salió de los vestuarios dispuesto a revertir la historia, pero Ciclista incrementó aún más su vigor defensivo ante un dueño de casa sin libreto, sin ideas, sin acciones para librarse de la atadura zonal propuesta por los visitantes, y que mantuvo la tendencia de no buscar brechas a través de su extranjero, o de depender exageradamente de las embestidas de Leopoldo Ruiz Moreno, siendo la tarea de Pardal lo más correcto de la media hora disputada.
Y en el aro propio, el conjunto entrerriano sufrió la infernal muñeca de un Belvedere al cual intentaron domar todos y nadie lo logró. La buena era el compromiso de faltas de Echenique, condicionando una ficha valiosa en el esquema de Cappelli.
Los 10 finales arrancaron con Ciclista arriba por 64 a 60. El coach local se jugó con una formación “baja” e inicialmente la determinación rindió sus frutos ya que Echagüe pudo defender más enérgicamente y atacar con mayor velocidad.
La sabiduría del “Pipi”, la creatividad y explosión de Lisandro, y la capacidad de Pardal para depositar en el aro toda bola que andaba por las alturas, permitieron que el AEC se acomode en el tanteador, empareje las acciones y pase al frente.
Solo faltaba controlar al indomable Belvedere y pareció en los 2 finales que eso se plasmaba.
Se entró al minuto final con un ida y vuelta electrizante. Restaban 40 segundos cuando Echagüe se puso 83-80.
Ya a 10 segundos del epílogo Vesco metió 2 libres para dejar el tablero 86-82. Luego, el caos.
Todos entendieron que la última bola era de Belvedere, y todos los brazos, todas las manos, todas las piernas lo buscaron para negarle esa última pelota y el dispositivo implementado dejó solo, inexplicablemente muy solo a Rodrigo Alvarez, quien si bien no venía habituado a lanzar de Tres en esta temporada, llegaba al juego con un 44 % para nada malo.
Y el alero no desperdició el regalito… Aunque lo peor, la debacle total, se dio consecutivamente con un error infantil a la salida quedándole la bola nada menos que a Belvedere para definir la última jugada como ya describimos en nuestro anticipo.
Finalmente la polémica con el reloj, el cabildeo de los árbitros, las protestas de Echagüe, la picardía de Cappelli y Belvedere para fustigar a los jueces, y una última chance utópica con saque de línea central y 7 décimas de segundos, sin consumarse la intención quimérica al estilo NBA.
Se podrá decir que Vesco no podía perder esa pelota, se podrá afirmar que los problemas con los encargados de mesa (o del reloj) no son novedad, pero el juego se pierde mucho antes.
No hay que resumir todo lo malo en lo que pasó en la última bola sino lo que pasó durante todo el juego. En líneas generales se equivocaron los caminos en todo sentido a partir del segundo cuarto.
Se defendió mal y se tomaron malas decisiones en ataque. Y para concluir… vale la pena acentuar algo un razonamiento/pregunta: ¿cómo se le puede endilgar algo al “Pipi” cuando fue el más claro a la hora de conducir y/o de repartir la “americana”?.
La culpa no fue de Vesco. Lo más evidente, insistimos, es que salvo la sapiencia de Santiago y la prolijidad de Pardal, Echagüe tiene un libreto demasiado flaco y depende de manera exagerada en la iluminación individual. Con esto no alcanza para pelear en el repechaje. Con esto se puede llegar al borde de debatir la Permanencia.
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